Los combates prosiguen al día siguiente, monótonos e implacables. Los nacionales concentran su artillería en la zona del Mazuco, y en cuanto las nieblas se despejan, desde el cercano campo de Llanes los “ Dornier 17 “ de la “ Legión Condor “ descargan sus bombas con regularidad. Las bombas incendiarias, un precedente del napalm, queman la vegetación, las rocas y los hombres. Para evitar bombardeos sobre sus propias filas los nacionales señalaban sus líneas avanzadas con paneles y banderas, por lo que los republicanos solían avanzar lo más posible hacía esas señales para protegerse de las bombas. Una y otra vez se repetía el mismo espectáculo sangriento. Después de los cañonazos de la artillería y de las bombas y ametrallamiento de los aviones las fuerzas navarras saltaban de sus parapetos para ser segadas por las ametralladoras de los republicanos. Tras un breve forcejeo los navarros volvían a sus líneas y de nuevo empezaban a tronar los cañones. Toneladas y toneladas de explosivos ...